UN ENCUENTRO INESPERADO
No muy lejos de las tierras del Señor Moto y la señora Luma, más bien al este de África, vivía
Cerote.
Cerote era un rinoceronte tranquilo y apacible. Como era herbívoro no necesitaba cazar. Y
como era tan grande y tan fuerte nadie se atrevía a cazarlo a él. Por eso se llevaba bien con todos los
animales.
La vida de Cerote habría transcurrido plácidamente de no ser por algunos seres humanos. La
culpa la tenía su cuerno. Los seres humanos pensaban que su cuerno tenía poderes extraordinarios y
lo perseguían para quitárselo. Cerote estaba harto de huir de los seres humanos.
De vez en cuando, Cerote pasaba cerca de la granja del señor Moto y la señora Luma y se
detenía en lo alto de una colina para echar un vistazo.
Una mañana, el señor Moto se alejó un poco de su granja. De pronto, oyó un chasquido a sus
espaldas. Volvió la cabeza y descubrió a escasos metros a Cerote, que no le quitaba la vista de
encima.
El señor Moto comenzó a dar gritos para asustarlo:
— ¡Eh, eh! ¡Largo de aquí, bicho enorme! ¡Eh, eh! ¡Fuera! ¡Vete de una vez!
Entonces Cerote, un poco molesto por los gritos, dio unos pasos hacia él y dijo:
— ¿Alguna vez me he comido yo una de tus gallinas?
— No –reconoció sorprendido el señor Moto.
— Entonces… ¿por qué me gritas de esa forma?
— Pues, no lo sé… -reconoció el señor Moto-. Pero comprende que si un ser humano se
encuentra de repente con un rinoceronte, reaccione como yo he reaccionado.
— Para mí no tiene nada de especial encontrarme con un rinoceronte.
El señor Moto se fue calmando poco a poco, al comprobar que Cerote era un rinoceronte
pacífico y dialogante.
— Pues… te pido disculpas por los gritos –le dijo incluso-. Te aseguro que no era mi
intención molestarte.
Entonces Cerote se atrevió a confesarle sus intenciones:
— La verdad es que no estoy aquí por casualidad. Llevaba un buen rato esperándote. Quería
hablar contigo de un asunto, de algo que tal vez nos interese a los dos. Verás… yo… -a Cerote le
costaba trabajar revelar sus pensamientos-. A mí… me gustaría… me gustaría vivir en tu granja.
— ¡Un rinoceronte en mi granja-ja-ja-ja! –al señor Moto le dio un ataque de risa-. Un
rinoceronte en una granja es… es… ¡imposible!
— Piénsalo bien, señor Moto –le dijo Cerote-. ¿Has visto alguna vez un león atacándome? ¿O
las hienas rodeándome?
Después de pensarlo un instante, el señor Moto respondió:
— No, no lo he visto.
— Mi gran tamaño, mi aspecto huraño y este cuerno largo y afilado que tengo sobre la nariz
causan mucho respeto.
— No lo dudo –dijo el señor Moto, fijando su vista en el cuerno.
— Pero, ¿aún no entiendes lo que quiero decirte? –se impacientó Cerote.
— Como no hables más claro…
— Yo cuidaré de tu granja día y noche.
Al oír estas palabras el señor Moto se quedó con la boca abierta.
ALFREDO GÓMEZ CERDÁ
Cerote, el rey del gallinero. Ediciones SM
COMPRENSIÓN LECTORA
1.- Piensa y contesta
• ¿Dónde sucede la historia?
• ¿Quiénes son los protagonistas?
• ¿Qué problema tiene Cerote?
• ¿Dónde le gustaría vivir a Cerote?
2.- Explica por qué cree Cerote que puede ser un buen guardián de la granja del señor Moto.
¿Estás de acuerdo con él? ¿Por qué?
3.- Escribe el significado correcto de la expresión “el señor Moto se quedó con la boca
abierta”.
• Con sueño
• Muy hambriento
• Muy sorprendido
4.- En el texto se dice que Cerote es un rinoceronte dialogante. ¿Por qué? Piensa en cómo
reacciona cuando le grita el señor Moto.
5.- Escribe dos razones por las que crees que Cerote quiere vivir en la granja del señor Moto.
6.- ¿Qué harías tú en el lugar del señor Moto? ¿Dejarías a Cerote ser el guardián de tu
granja? Escribe dos razones por las que sí le dejarías y otras dos por las que no.
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