domingo, 14 de noviembre de 2010

¡Ámate!
No permitas que nada ni nadie destruya ese don precioso que brilla dentro de ti.
No permitas que se termine el brillo del amor en tu alma, porque quienes te han amado tanto, aún, con el paso del tiempo te siguen amando y deseándote el bien.
Hazles el homenaje de no permitir que nadie quiera doblegarte y someterte a su voluntad.
Ámate como ellos te han amado y respétate como el divino sueño de Dios.
Reconoce en cada buen recuerdo el germen de tu vida y corrige los errores del hoy, podando las hojas muertas del árbol que sostiene tu historia. Rodéate de luz y sé luz, descansa pero no te dejes caer.
No te dejes vencer por las corrientes que parecen tan terribles, tan inefables, no les des mayor atención de la que debes darle, porque si todo el tiempo piensas en las contrariedades de la vida, terminarás confundiéndote con lo mismo que no deseas.
¡Libérate!
Saca tus nudos corporales y muévete. Baila, camina, corre, mueve tu cuerpo hasta darle mayor fluidez. Sabes, a veces las zonas más duras del cuerpo son la materialización de muchas horas de pensamiento negativo o trabajo sin placer, rutinas que habrás debido cumplir, pero que se pueden demoler, ablandar y restaurar.
Libérate de tus miedos ocultos. Piensa en ellos y destrábalos hablándoles como si fueran personas con las que tienes problemas y que son difíciles de abordar.
Sácalos de tu interior con paciencia, razón y voluntad. Háblales y diles que se retiren, que desde ahora en adelante vas a manejar tus sueños, tus ilusiones, tus planes directamente, sin intermediarios fantasmas.
Libérate y confía, en Dios, en tí. Libérate y empieza a ser un poquito más feliz.
Si abrigas un bello pensamiento no te quedes con él, manifiéstalo.

 Si quieres pedir perdón y decirle a esa persona que la quieres, hazlo.

 Si tienes oportunidad de componer un poema, escríbelo y obséquialo.

 Si deseas cantar una canción, cántala y sé feliz.

 Si unas lágrimas asoman a tus ojos, déjalas brotar y desahógate.

 Si te viene el deseo de reír, ríe y contagia tu alegría.

 Si ansías tener algo y puedes poseerlo, adquiérelo y disfrútalo.

 Si puedes brindar ayuda a un semejante, dala toda y no te limites.

 Si vas a dar un consejo, mejor sugiere, para no equivocarte.

 Si tienes animales no los maltrates, protégelos.

 Si anhelas un mundo más hermoso, cuida la naturaleza.

 Si hay un niño a quien puedes educar, cuídalo hasta hacerlo hombre.

 Si tienes sueños, hazlos realidad esforzándote más y siendo digno.

 Si en verdad quieres ser feliz, no te quedes con las ganas y:

Sé auténtico!

Sé natural!

Sé sincero!

Sé bondadoso! y...

Bríndate para que seas feliz!
Hoy voy a llegar a ti con toquecitos cortos, con pensamientos breves, ¡con chispitas de luz!
No quites lo fundamental de tu semilla: el cascarón sólo la recubre.
No quites la oración de tu vida: el bullicio sólo la confunde.
No quites el amor de tus actos: la aridez sólo los seca y los deshace.
No quites el corazón del mundo: el vacío lo enfría.
No quites las columnas de tu edificio, porque el viento se lo lleva.
No quites las rosas de tu siembra, porque el abono no se amarga.
No quites tu pie del pedal, porque te faltarían fuerzas para arrancar.
No quites la mirada de tu montaña, porque te faltarían alas para el vuelo.
No quites el caudal de tu corriente, porque te quedarías apantanado en la mediocridad.
No quites el color a tu pincel, porque se convertiría en una caña hueca.
No llores sobres tus escombros, porque te faltaría experiencia para empezar de nuevo.
No te encumbres demasiado, porque de ahí nacen las peores caídas.
No te coloques detrás del sol, porque te faltaría luz en los ojos.
No te rías detrás de la hipocresía, porque te faltaría verdad en el corazón.
No te rindas al brillo del dinero, porque te convertirías en metal.
No te midas por lo que hiciste, sino por lo que llevó dentro tu proceder.
No obres por mandato, porque te convertirías en esclavo.
No juzgues por apariencias, porque te convertirías en un frívolo.
No vivas de promesas, porque te convertirías en un soñador.
No te concentres demasiado en ilusiones, porque la vida se maneja entre realidades.
No te asustes de ti mismo: ten el valor de verte “como eres”.
No retrases ni aplaces tus proyectos, porque otros se te adelantarán y los sacarán a la luz.
No te sientes a ver pasar la vida, porque luego no sabrás como vivirla.
No digas que tu vida es la menos apetecible, sino la que nunca has puesto a funcionar.
No des a nadie por perdido: si no sabe trabajar sobre sí mismo, deja que Dios trabaje sobre él.
No reluzcas tanto tu éxito, mejor sería lucir un huequito en el corazón por donde todos divisen el amor.
No escatimes el perdón: es imposible caminar con tantas heriditas abiertas.
Nunca te inquietes demasiado pensando que no puedes: eres débil hasta que la vida te deja ver tu fortaleza.
No centres tu vida en la importancia que tienes, sino en lo importante que son los otros para ti.
No hagas de tu sueño algo perdido: nunca sabrás lo que vale hasta que lo veas dando frutos en la realidad.
No busques libros ni asignaturas para conocer la vida: ¡hay que graduarse sin diplomas!
No sepultes para siempre la vocación con la que naciste, porque dentro vivirá una raíz reclamándote toda la vida.
No pienses que Dios tensa tus cuerdas para hacerte sufrir, sino para que des el tono y afines los sentimientos.
Nunca te sientas solo: siempre hay una soledad esperando por la tuya para que las dos se acompañen.
No te creas un hombre de suerte, porque a veces cobra mucho por lo que te da.
No creas que tu cruz es la más pesada: hay otras más difíciles de cargar.
No hables de Dios y su justicia, porque siempre quedarás en deuda.
No pierdas el timón, porque perderías el rumbo.
No pierdas el motivo, porque perderías el impulso.
No pierdas la emoción de vivir, porque perderías la llama que calienta el corazón e ilumina la vida.
No pierdas la fe, ¡porque te derrumbarías!

                                                                          EL BAMBU  JAPONES.
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!"
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No. La verdad es que se tomo siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice.
"El triunfo no es mas que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia".

EL AMOR
Cuando decimos que amamos a alguien... estaremos en lo cierto? Cómo saberlo?

He aquí algo para reflexionar:
Ante la presencia de la persona supuestamente amada...
Simplemente te sudan las manos, tu corazón se acelera y no te sale la voz?
Eso no es amor... es nerviosismo
Simplemente no puedes quitarle tus ojos ni tus manos de encima?
Eso no es amor... es lujuria
Simplemente sientes orgullo de que te vean a su lado?
Eso no es amor... es suerte
Quieres a esa persona sólo porque siempre "está allí"?
Eso no es amor... es soledad
Estás a su lado porque sabes que eso es lo que ella y todos quieren?
Eso no es amor... es lealtad
Estás a su lado sólo por que te prodiga cariño o toma tu mano?
Eso no es amor... es confianza
Permaneces con ella porque dice amarte y no quieres herirla?
Eso no es amor... es lástima
Estás con ella sólo porque al verla, sientes que te da un brinco el corazón?
Eso no es amor... es pasión
Perdonas sus errores sólo porque ella te importa?
Eso no es amor... es amistad
Le dices todos los días que ella es la única persona en tu mente?
Eso no es amor... es una mentira
Sientes estar dispuesto a dar todas tus cosas materiales por ella?
Eso no es amor... es caridad
Entonces... Cuando estás realmente enamorado?
Cuando... La tristeza de la persona amada... te hace sufrir. Su pena, aunque ella sea fuerte... te hace llorar.
Sus ojos son capaces de ver tu alma y de tocarla tan profundamente, que... duele. Una ciega e incomprensible conexión te atrae y te mantiene a su lado sin echar de menos a otras que simplemente te atraen.
Cuando escojas a alguien hazlo no con quien puedas vivir, sino sin quien no podrías vivir. Su ausencia te sume en la melancolía, darías por ella tu corazón y tu vida .
Sí, esto es amor...
Por qué amamos? Por qué el amor es lo que más buscamos en la vida? Por qué deseamos tan vehemente estar enamorados?
La respuesta es sencilla...
Cuando el amor es correspondido, no sientes pena, agonía ni tortura, deseas a la persona amada, ella exalta tu pasión; sientes orgullo de tenerla a tu lado; te encanta saberla "allí", no concibes tu vida sin ella; cuando no está a tu lado, el solo pensar en ella... te hace sonreír con ternura; cuando te acaricia o toma tu mano, te transmite tal confianza que te sientes capaz de conquistar el mundo; el saberla a tu lado y de tu lado
te hace soñar en el futuro, llena tu vida de ilusiones.
Ese divino coctel de sentimientos es el AMOR. Te hace vivir una sensación tan sublime... que hace de él un sentimiento ADICTIVO y...sólo cuando lo pierdes... como en cualquier otro tipo de adicción, el vacío que deja... te tortura... te causa una profunda agonía... una honda pena...
El poder de la palabra
De repente fue interrumpido por un hombre que le dijo airado:

¡No engañe a la gente!
El poder está en las ideas, no en la palabra. Todos sabemos que las palabras se las lleva el viento. Lo que usted dice no tiene ningún valor!
El maestro lo escucha con mucha atención y tan pronto termina, le grita
con fuerza:
¡Cállate, estúpido; siéntate, idiota !
Ante el asombro de la gente, el aludido se llena de furia, suelta varias imprecaciones y, cuando estaba fuera de si, el maestro alza la voz y le dijo:
-Perdone caballero, lo he ofendido y le pido perdón. Acepte, por favor, mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo
El Señor se calma y le dijo al maestro:
-Lo entiendo... y también yo le presento mis excusas por mi conducta. No hay ningún problema, y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear sino para mirar otras opciones.
El maestro le sonrió y le dijo:
"Perdone Usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto del modo más claro, el gran poder de las palabras. Con unas pocas palabras lo exalté y con otras le he calmado"
Reflexión...
LAS PALABRAS NO SE LAS LLEVA EL VIENTO
Las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente.
Las palabras curan o hieren, animan o desmotivan, reconcilian o enfrentan, iluminan o ensombrecen, dan vida o dan muerte.
Con pocas palabras podemos alegrar a alguien y con pocas palabras podemos llevarlo al desaliento y desespero.
¡ Ah, cuanta falta nos hacer tomar conciencia del tremendo poder las palabras !
Ellas moldean nuestra vida y la de los demás. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos porque ellos se convierten en palabras y cuida tus palabras porque ellas marcan tu destino.
Hay que comunicarse y cuando el silencio es el mejor regalo para ti y los que amas.
                Eres sabio si sabes cuándo hablar y cuando callar.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuanto estés airado y resentido y habla solo cuando estás en paz y que el viento nunca se las lleve.
Las palabras encierran una energía creadora transformante.
Desconozco su autor





Cuenta la historia que en cierta ocasión, un sabio maestro se dirigía a un atento auditorio dando valiosas lecciones sobre el poder sagrado de la palabra y el influjo que ella ejerce en nuestra vida y la de los demás.

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