jueves, 10 de marzo de 2011

Para compartir un poquito Libro del Guerrero del Espíritu Anotado por Anton Teplyy Bajo redacción y con comentarios de Vladimir Antonov Traducido del ruso al español por Eduardo Jorquera Muñoz y Anton Teplyy

En este libro son presentados —en forma de
parábolas— los consejos de Dios acerca de las cualidades
que debe poseer un buscador espiritual
exitoso.
En los comentarios, escritos por el científicobiólogo
Vladimir Antonov, conocido por sus libros
y películas dedicados a temas espirituales, se entregan
detalladas explicaciones acerca de la metodología
del perfeccionamiento espiritual.
El libro está escrito para aquellos que están
interesados no sólo en la parte ritual de la religión,
sino en la realización del precepto de Jesús el Cristo:
«Sean perfectos, así como su Padre Celestial es
perfecto» (Mateo 5:48).

Un Caminante solitario iba por un sendero. Él
llevaba dentro de Sí el Mar del Fuego1, la Profundidad
y la Eternidad.
Durante mucho tiempo caminaba hacia una
dirección conocida sólo por Él. Y llegó a una ciudad
grande, donde reinaba la bulla, la agitación,
donde las personas zancajeaban en la búsqueda
eterna de los placeres, en el acosamiento perpetuo
de aquello que, como ellos creen, les traería la felicidad.
Por todas partes: agitación, discordias… Bulla,
bulla, bulla…
El Caminante observó todo esto y se sumergió
aún más profundamente. Y el resplandor del Mar
del Fuego, que emanaba de Sus ojos, se hizo más
brillante.
Él sonrió y empezó a caminar a través del alboroto.
1 Se trata de una de las manifestaciones funcionales de
Dios: el Fuego Divino.
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Los carros pasaban rápidamente alrededor, las
personas gritaban entre ellos, apresuradas a resolver
sus asuntos. Pero dentro del Caminante reinaba
el silencio…
Él llegó a un parque y se sentó en una banca.
Aquí había menos agitación. Las flores florecían.
Los árboles abrazaban todo con su calma. Los
pájaros con sus gorjeos ahogaban el ruido de los
carros.
El Caminante respiró a pleno pulmón. ¡Qué
bien! ¡Y se disolvió en esta belleza! Así permaneció
Él durante mucho tiempo, lleno de Tranquilidad
y de Gran Ternura, en la Unión con Todo.
De repente, vio a un joven que Le observaba
con interés. Sus miradas se encontraron, y el joven,
después de largas vacilaciones y lucha interna, decidió
acercarse.
—Buenos días… Perdón… ¿Puedo sentarme?
El Caminante con una sonrisa y con la tranquilidad
infinita lo miró y asintió con la cabeza.
—Sabe Usted… yo —el muchacho se quedó
cortado y no supo que decir más— busco y busco…
¡Y ni siquiera yo mismo sé que es lo que busco!
¡He leído tantos libros! Y no lo es… Pero Usted…
Le miré a Usted y me encendí desde adentro,
por decirlo así… Tuve la sensación de que Usted
ya encontró lo que yo busco durante tanto tiempo…
El muchacho se calló y miro al Caminante,
Cuyo rostro parecía «ausente», «distante».
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Se produjo un silencio, incomodo para el joven.
Luego sonó la voz suave y silenciosa del Caminante:
—Bueno… Te cuento acerca del Camino del
Espíritu y acerca de Aquellos Que encontraron lo
que tú buscas tan ansiosamente.
El rostro del joven se iluminó de la alegría.
—¡Pero tú lo anotas, sino lo vas a olvidar! —
añadió luego el Caminante con una sonrisa y firmeza
de voz.
* * *
—¡En la superación de uno mismo encuentra
la delicia el Guerrero del Espíritu! ¡En la búsqueda
espiritual incesante está su felicidad!
Si en el mundo de las cosas todo se pusiera
muy bien y ya no hubiera contra que luchar, ¡el
Guerrero del Espíritu se marchitaría y se convertiría
en un ser autocomplaciente!

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